"Al llegar aquí, hace unos meses, afirmaba estar muerta. Desde que alguien se llevó mi equipaje donde tenía guardado un secreto y un cadáver..."

29 octubre, 2008

Para, Hada



Vives sin acordarte de lo que eres; una ninfa, sí, a veces una mariposa de cristal empeñada en romper sus alas. Qué empeño le pones, Hada. Ni te acuerdas cuando te fundes en callejones oscuros; con ese esfuerzo dúctil por olvidarte. Ni te acuerdas, entregada a precarias miradas y manos que te rodean con la misma vehemencia que se rodea a un árbol ya talado. Resistiéndote, sin golpes, con silenciosos rechazos. No te merecen. Escucho esos accidentes involuntarios al no (ese que te cuesta tanto decir) y me da por la vigilia, por centrifugar hasta quedarme seca, más seca. Para, Hada. Para de jugar con los reyes de las bestias, mira que son animales…cuando te ven, echan el resto en el estímulo-respuesta, después se las dan de humanos y teorizan sobre lo que te pasa, sobre cuál es tu problema, pero después, eso sí. Después. No sé, Hada, no sé cuántas veces necesitas que te lo diga, pero lo haré siempre; recuerda quién eres y si lo has olvidado del todo, empieza acumulando flores hasta que te sobre la naturaleza entera, no sé si me entiendes, soy un mal libro de autoayuda, ni siquiera soy un buen libro de nada, lo único que pretendo decir es que te encuentres primero. Pero llevas alojada, en tu cara y en tu cuerpo el estigma de la belleza, no es fácil despojarse de eso. Inténtalo, no dejes que la vean, aunque sea imposible esconder la evidencia, las palabras siempre esconden y asoman nuevos atractivos, más sinceros, menos agresivos. No vuelvas a pensar en la soledad, esa vieja urraca que acecha de noche, orgullosa de descubrir enemigos. No vale la pena engrandecerla, que sea ella la que tenga miedo. Los cariños no se buscan bajo el guijarro del temor, ni a pesar de que quieran engañarnos con esa falacia de que la soledad amarga. Hada, aunque suene a tópico; tengo ganas de verte feliz, como cuando íbamos juntas por la facultad y nos reíamos de nuestra miopía ¿Tú ves algo? Ni jota. Pero nos resistíamos a ponernos las lentillas/gafas, no por una cuestión estética, sino porque creíamos que el mundo era así; borroso. ¿Quién podría convencernos de lo contrario? Y siempre había algo o alguien para aclararlo. Aunque perdiera el encanto por teñirlo de la más absurda y plomiza realidad. ¿Recuerdas cuándo preguntaste por mí y yo estaba a tu lado? La cara que puso Alicia…Que risa. Tener que ir juntas a la cafetería porque luego era difícil encontrarnos. O la vez que fui al baño y no había papel y llegaste con un fajo de hojas que me pasaste por debajo de la puerta. Pero, tía ¡Que esto son anuncios de contactos! Y el escándalo de tu risa estallando por todo el baño. En aquellos días sin gafas, las personas eran manchas y las despedidas sólo nubes lejanas. Recuerda, Hada, no hace tanto, estabas sola, no mucho más que ahora. La única diferencia es que te has operado de la vista, eso y la calle del pájaro cojo…Así que recuerda, la soledad no existe, sólo nos persigue a veces, se reitera pero desaparece, como una nube negra con pretensión de lluvia en el núcleo del verano. El sol la devuelve a inviernos, siempre hay un sol que llega, y ahí está el tuyo, muy cerca.


3 comentarios:

Carz dijo...

Quizás la palabra enfoque lo borroso y nos defina. En todos sus sentidos.

Argonauta dijo...

Un placer haberte leído. Un feliz azar haber subido a esta octava planta y recorrerla con curiosidad.

Un saludo desde el Mediterráneo.

La paciente nº 24 dijo...

Argonauta: Una lástima que yo no pueda navegar por tu mar.

Un saludo loco, para ti.