Hay días de esos en que apetece el sentimiento o el susurro. Enlutar la mediocridad y amar de una manera diferente. Incluso unos dedos abroquelando caricias difíciles de medir. Hay días de esos, donde jamás una boca pronuncia un silencio. Donde se atraviesa ese jardín húmedo de las palabras o el olor lento y blanco de un pensamiento te toca la frente. Esta noche me he despertado de un sobresalto o de la vida. Me he mirado las manos como quien lee un libro vacío, y ya nunca será mi tacto, que se limita a levantarle el traje a la cortina. Es de noche; no sé si mucho o poco, pero mal. Reconozco que me he mordido las uñas pensando en la ternura ahora que no hay testigos, y confieso también, que he parafraseado muchas veces aquel verso de Apollinaire “Mi boca será para ti un infierno de dulzura”, pero no me culpes, porque hoy es un día de esos en que me apetece deshilvanarme como un ovillo de hilos.
7 comentarios:
Frente a la apetencia frívola
la necesidad imperiosa,
frente a vivir en una recta
sucumbir en un dédalo,
frente a una imagen
una secuencia
-eso sí, muy corta-
frente a una confesión
muchos pecados,
frente a reconocer
acariciar de nuevo
e incluso reconocer
un nuevo olor a piel
con todas sus derrotas
y alguno de sus rumbos.
Olvidar la grieta;
ovillar la paráfrasis
disfrutar el índice
en medio de la boca.
La mesa está puesta.
No hay besos que guardar.
La ternura es una pequeña mona abrazada a un pequeño cachorro de tiegre de bengala.
Hola colegui, soy yo revoloteando (esta vez con v jeje)a las 3 de la madruga... chacha sin ti mi facebook esta cojo , como la calle del limón, muxos contactos pocos amigos y sin tu chispa na de na, te acabo de dedicar nuestra canción, la de la comuna de los joios, juer esta noche no consigo dormirme ni a palos, nos vamos de fiesta? con maria? jeje, bss amiga
que dificil cuando llega "uno de esos dias" y si llega en medio de la noche....pero tu lo dices es solo uno de esos dias y por suerte le seguira otro sin esa sensación...un beso enorme mi querida navegante!.
Es tarde, llego del restaurante cansado. Entro deseando abrazar tu olor. Una línea de spaghetti recorre toda la casa; otra vez. Miro en la habitación, duermes desnuda. Aprovecho para hundir el hocico en tu pijama e impregnarme de tu alma. Recojo con cautela el bolillo de fina pasta que tu desinquietud desperdigó. Lo introduzco en la batidora, le incorporo un poco de agua, lo justo. Saco la masa, le añado harina y la trabajo con amor. Hago pequeños copos. Una horneada a 180 grados y les agrego unas virutas de chocolate al 70%, nada de minucias. Lo sirvo todo en tu tazón preferido, listo para desayunar, dejándote al lado el bote de leche que los empape y una nota: ¡buenos días, boca mía!.
Hay días como hoy, llueve y es como si lloviera en el mundo o en el borde de cualquier lágrima y tengo miedo a la noche y a que llueva en la noche de estos silencios, de manos vacias. Me produces escalofríos en la empátia y siento que es verdad-verdad.
Labelia
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