Wagner sin ti. La Orquesta Filarmónica de Viena y mi imaginación estrangulando sus sonidos. A las once y media de la noche, mi voz preguntó por tu oído.
2 comentarios:
Anónimo
dijo...
Y sonó el final de los finales del "El Ocaso de los Dioses", en el que hasta una emocionada ovación se rinde durante los segundos de silencio más sobrecogedores que se pueden sentir... Un mundo desaparece, los dioses también fracasan como lo haríamos los simples mortales... Y en ese silencio sólo queda lugar para la emoción, para acordarse de vivir, para pensar en quien se ama, para dar gracias, para dejar que un lágrima salude a la Filarmónica de Viena, y de paso, al Universo... Gracias, Paciente; ojalá que ese número que te acompaña también llegue pronto a su particular ocaso.
El sonido provocado por la falta de alguien puede llegar a ser atronador. Todo se vuelve de una primaria necesidad. Hasta lo más sublime se mancha la camisa con moras por lo apremiante de su presencia. ¡Para siempre óleos del color de una obsesión! ¡Oh, hilanderas!
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Y sonó el final de los finales del "El Ocaso de los Dioses", en el que hasta una emocionada ovación se rinde durante los segundos de silencio más sobrecogedores que se pueden sentir... Un mundo desaparece, los dioses también fracasan como lo haríamos los simples mortales... Y en ese silencio sólo queda lugar para la emoción, para acordarse de vivir, para pensar en quien se ama, para dar gracias, para dejar que un lágrima salude a la Filarmónica de Viena, y de paso, al Universo...
Gracias, Paciente; ojalá que ese número que te acompaña también llegue pronto a su particular ocaso.
Tantris.
El sonido provocado por la falta de alguien puede llegar a ser atronador. Todo se vuelve de una primaria necesidad. Hasta lo más sublime se mancha la camisa con moras por lo apremiante de su presencia. ¡Para siempre óleos del color de una obsesión! ¡Oh, hilanderas!
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