Se diría que estás aquí, que la corteza de mis manos desentierra tu dulzura; el silencio más hondo, de mis propias carencias. Lo demás es un ligero temblor del mundo, allí, donde probablemente te abracen con sepulcros de vergüenza. Sí, se diría que estás aquí, con más validez que cualquiera de las leyes que nos rigen, con más vigencia; porque esas normas tienen inestabilidad de días y tú no. Qué inesperada libertad la que marcan tus reglas. Sí, se diría que vuelves por la puerta que mantenía más cerrada, por donde ya creía imposible que pasaras; entras y sales, me hieres y me besas, con la clausura más punzante de tu boca. Y ese breve paso tuyo, ese vestigio que me desnuda y te revive suena como un golpe de tambor y de tristeza que sostiene su rugido con mi llanto.
"Al llegar aquí, hace unos meses, afirmaba estar muerta. Desde que alguien se llevó mi equipaje donde tenía guardado un secreto y un cadáver..."
09 noviembre, 2008
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4 comentarios:
Hay algo de espera en la locura:
turgencia en silencio,
amor en zozobra,
clamor en desgana,
flor en penumbra.
Hay algo de locura en la espera:
ansia de ignorar la nada,
fulgor de relojes,
tiempo en los huesos,
museo en la cera.
Hay algo de urgencia en la locura.
Pero tiene paciencia.
Los sueños, sin medicación, son menos brillantes. Pero más sentidos los abrazos.
Los recuerdos intensamente disfrutados, se siembran en nuestro pecho, desnudos. Pero al sólo tocarlos, reviven vestidos de un ardor que no parace el nuestro, que nos quema toda el alma, y el paso atrás no existe. Hay que aferrarnos, pienso, a nuestra lucidez para enfrentarlos y salir de la lucha con una paz que no se quita ni se compra, se cultiva. Te abrazo con fuerza para que no tambalees, para que goces el momento sin que te destruya lo vivido.
Una mirada en la penumbra parece llamarme. Una caricia mutua parece retenerme. Unos labios anhelados parecen reclamar mi amor... Todo es mágico. Todo es intenso. Todo es real... Pero todo es breve e inseguro; doloroso e impotente. Pero todo ocurre. Todo es.
Tantris.
Tantris:Las miradas llaman, sí, tienen voz. Las caricias retienen, nos atan. Y las bocas siempre parecen reclamar algo, sin saber a penas qué. No siempre la realidad es lo que se manifiesta, muchas veces, en ese momento, surge una nueva realidad, mucho más evidente.
Pero todo tiene un matiz de verdad, porque sucede.
Un abrazo (de esos) loco.
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