Hay sueños como caracolas, que retienen en ese canal sifonal algún sonido, de mar o de conchas, si te la acercas al oído. Anoche soñé con las manos de tu pianista. Ya sé que son privadas y despierta no me hubiera atrevido ni a mirarlas. No me hubiera atrevido. Pero sus manos, generosas y ágiles, sus dedos dilatando notas, la suavidad serena de su tacto sobre las teclas. Todo era como un latigazo que apenas se siente sobre la herida y el piano con su smoking le rozaba, dulcemente, aquel rasguño. Se consumía esa pieza de Rachmaninov, esa que me hace llorar como una niña ¿sabes cuál? La que siempre se reencarna en puntos suspensivos, ahora desnuda de orquesta, tú entiendes lo que digo. Sólo sus manos y mis ojos detrás de alguna sombra, la más alargada y oscura, la que más me esconde, la que más me asusta. Siempre así; callada y oculta. Las manos de tu pianista pulsando el mundo, bombardeando el silencio con granadas de música y mi mirada aliada de algún tipo de lucha. Escuchando sólo sonidos de caracolas, de algún océano, de algún latido. Con un final no reconocido por mis oídos, un final estridente y último, una guerra que lo habitaba, una luz quebrada y un grito. Su grito. Miraba sus manos como un pintor mira arder su última obra. Y entonces las vi, las palmas plegadas por el fuego, derretidas por algún accidente doméstico, desfiguradas, quemadas. Y en su grito ni siquiera se intuía la ceniza de su fuego, mucho más alto que una llama avivada en alcohol, más elevado que un aullido. Las manos de tu pianista, el dolor. Acariciar las palmas de sus manos con mis dedos, aquí, desde lo lejos, yo, pianista de un breve y tímido sentimiento. El piano se quedó en silencio recibiendo puñetazos, con acordes deformados en ataques de ira. Y no era el grito, no era el llanto, no era el maretazo del dolor. Sólo lo callado del piano, sólo ese hueco frío que la empujaba, sólo el temblor de sus manos. La afonía arrastrando partituras, desmantelándolo todo. Acordes de silencios, percusiones de ceros. Levantó su barbilla como el que clava una bandera en la conquistada cima y empezó a tocar de nuevo. Ahora tu historia; un Adagio de Ravel. Despierta ya, dejé la caracola en el suelo, pero las manos de tu pianista siguieron tocando, sosteniendo ya su sonido, en la sorda caracola, en las líneas de ese pentagrama indescifrable e impredecible que es nuestro destino.
"Al llegar aquí, hace unos meses, afirmaba estar muerta. Desde que alguien se llevó mi equipaje donde tenía guardado un secreto y un cadáver..."
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10 comentarios:
¿Sabes? cada ves somos menos superegos, tal vez-en mi caso-por lo vivido, por los asoliticos y por las cacacolas-un poner- Mi yayo tenía la manía de poner caracolas en todos los lados y hasta hacia lámparas, jaja, caracolas de Almería, eso si, dónde se oía el mar de la playa de los Genoveses, esa, era esa y no otra. Por eso sigue tocando tu pianista y tu sigues describiendo olas.
Eulàlia.
P.D. Si, si nos conocemos pq luchamos contra el superyo, y dede luego amo el arte porque amo el ego y a las caracolas.
Hay sueños que te arrojan al mundo con el único manto de la desolación. Luego viene el embalsamamiento a través del formol de la tinta. Porque para enfrentarse al papel en blanco y para plantar una semilla es necesaria una gran dosis de de esperanza. O tal vez sólo haga falta mantener la memoria para saber quién se es, para no verse convertido en un advenedizo en el propio cuerpo o, lo que es aún peor, en los propios actos y en sus motivaciones.
Nunca se tienen suficientes abrazos. No digo demasiados.
Mi pianista me mostró sus manos cuando una ausencia me obligó a imaginar, sólo imaginar, una vida; mientras acariciaba los sonidos que ella daba a luz en mi mente, yo no podía hacer otra cosa que soñar. Ravel... Ay... "Sonará Ravel y habrá regalos", escribió alguien...
En mi historia, es Ravel quien dirige un sentimiento, cuyo pentagrama marca siempre "Adagio assai". Piano, flauta, oboe y unas discretas pero mágicas cuerdas que encendieron un faro hacia el que dirigir mi vida; sin pensar en porqués...
Tantris.
Las caracolas y los músicos interpretan una misma melodía distinta para cada universo individual. Como yo escucho también mi propia canción en las bellas palabras que tú escribes.
Ha sido un placer.
Saludos desde el Mediterráneo.
Tantris: "Sonará Ravel y habrá regalos" ¿Te conoczco? Me conoces. Pero me has dicho que no eres tú, entonces Tantris, te presiento cerca, como las notas que salen de algún instrumento, primero sin forma, luego con melodía, finalmente constructo.
Siempre hay que apoyarse sin porqués en la barra de algún faro.
Gracias.
Argonauta: Cada vez que vienes, el placer es mío.
Un saludo loco desde mi pasillo hasta tu mediterráneo.
vidas como caracolas ...
que retienen sonidos lejanos...
que retienen sueños y sonidos agarrados a sitios que no conocemos...
no creí nunca los que dijeron que el sonido qe se escucha dentro de la caracola es por su forma...
que nadie lo crea!!!
dentro de las caracolas estan el sonido del mar y del universo...
la razón nunca tendrá la forma de una caracola...es fea y cuadrada cómo los muebles del ikea
besossss
Grato perderme en este pasillo
saludos
Hola caracola!!, pues soy yo la hadita perdida pero feliz, aki a las 2 de la madrugá, curre de mañana y ná que no me duermo!, asi que me he puesto a pasear por la octava,q recuerdos ups!! ;-)aki con mi juanca , mis timbres,xaxa te echo de menos espero que tes mu bien,te dejo una canción mu bonita x si te inspira pa un relato de estos tan chulos que tienes, se despide hadita de los bosques, BSS.
Aki va la supercanción , dura pero bonita como la vida misma :
ttp://www.youtube.com/watch?v=A1tYQ8QTZto
Hada/Hadita: La canción me suena, no digo la canción; lo que cuenta, ese intento por amar, esa entrega gratuita…Es dura sí, amiga mía.
“Muchacha” (ay Madrid-Canarias), yo también te echo de menos, tus charlas sobre la soledad y toda su mierda, sobre tu Síndrome de Asperger, sobre tus niños y tus timbres de emergencias.
Si no puedes dormir, sueña despierta. A ver si nos fijamos de una vez por todas y luego PIRadas o/y el IASS. Y si no, nos fijamos en cualquier pared como si fuéramos cuadros o chinchetas.
Un abrazo fuerte Hada/Hadita. Mañana te llamo, a ver si hay suerte. Gracias por pasarte por mi pasillo, ya sé lo que te cuesta.
La princesa Inca: Otra reverencia; Inca, gitana, princesa…
Gracias a ti y besos con muchas eses y una casualidad.
Me acerco hasta el rumor de esta caracola olvidada que me encuentro. Y ya no suena nada. Qué silencio estos días por las galerías de la octava. Qué silencio en el pentagrama. Un silencio que viene a cuento de no sé qué sinfonía, impredecible es nuestro destino.
De nuevo silencio. En otro lugar, un nuevo horizonte se alicata en presurosos andamios por aquello de tu lejanía.
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