"Al llegar aquí, hace unos meses, afirmaba estar muerta. Desde que alguien se llevó mi equipaje donde tenía guardado un secreto y un cadáver..."

26 julio, 2011

On time



El aeropuerto llega con retraso; olvido de combustibles y abordajes. El tiempo es el único que vuela sin servicio meteorológico, no despega la niebla, las horas están fuera de servicio, hay aparcamiento para los pasajeros sobre la pista de los asientos, facturamos el cuerpo en la Terminal del olvido donde nadie dice nada, sólo nos informa el silencio salvaje a las dos de la madrugada, algunas chocolatinas duermen en el suelo malheridas por los pies inquietos de niños y niñas. Pasan siete horas en una ciudad desconocida para ella que se sienta a mi lado y me dice “Una gordura de risas” con su vestido azul [y su acento] que es como mirar por la ventanilla del avión el azul del cielo, que es sólo tela, en un día donde sólo la tela puede levantar el vuelo. Te escribo un mensaje, en el cual te explico que duermen a mi lado, que me divierto contando la respiración y el movimiento de sus manos, que juego con todo lo vacío como si fuera una ciudad de principios del XVIII, comunal y esclava, lo domino casi todo, sólo se me resiste el anochecer y el temblor sobre las rodillas de alguna pareja que sale movida en la foto, porque he perdido el pulso, la maleta y el sueño. Ella es de Jaén e inventa con el roller una almohada, un pedal nocturno hacia lo que no está despierto en el mundo, que se hace pequeño y oscuro en sus ojos pequeños y oscuros. Me pregunta si quiero dormir, le respondo: Ya estoy durmiendo. Así queda el aeropuerto, un gigantesco coche-cama compartido, un viaje sin movimientos ni carreteras ni espacios aéreos, sin llegadas ni salidas, sólo ese reloj que va y viene con sus manecillas, el cansancio que nos va doblando muy despacio, imperceptiblemente [el cansancio tiene cuidado de que no nos demos demasiada cuenta y entra dentro de nosotros como las navajas pequeñas]. El aeropuerto duerme, los aviones duermen, ella duerme y yo aún no he recuperado el pulso, ni la maleta, ni el sueño.

9 comentarios:

Escribir es seducir dijo...

MARAVILLOSO RELATO. UNA DESCRIPCIÓN SIN DESPERDICIO.

UN AEROPUERTO

UN SUEÑO

UNA MALETA

UNA MUJER QUE SIENTE
Y ESCRIBE

kpd dijo...

EL AEROPUERTO....
una pequeña CIUDAD que nunca duerme.
saludos

Camy dijo...

El mundo al revés, ¿ o al derecho? las cosas son más así que cómo nos dicen que están.
Me alegra saber de ti antes de vacaciones ( mías, al menos)
Un beso

J. G. dijo...

menos mal que en viajes así no volamos, preferimos el tren, que bien lo cuentas.

Carz dijo...

La carretera sigue la ruta de la espuma mientras las ondulaciones del mar van ocultándose tras los edificios. Es el punto alto de la ruta, donde más horizonte se palpa y donde más se ensancha el silencio. Sobraban cuatro números porque era una encuesta: “lamento no poderle atender. Voy conduciendo”.

Pensé en tu desierto electrónico, se me hizo clara su imagen durante ese tiempo. También supe que no sabías nada, y me dolió que te llegases a sentir abandonada si por un momento olvidases la intención de tu nombre. Reconozco también la inquietud de esos días. La fina agudeza de su-realismo.

Hedonista dijo...

No sé si es el texto o soy yo, pero hay una tensión en el ambiente de este aeropuerto que se siente a través del wifi.

bss y canciones con alas

Rochies dijo...

ME ENCANTO COMO HIZO JUGAR A LOS VERBOS. UN AEROPUERTO KAFKIANO...

Manuel Pujante dijo...

Precioso.

"porque he perdido el pulso, la maleta y el sueño"

Me encanta.
Un saludo

David dijo...

Me interesa poder leer distintos textos y de esta manera poder conocer la forma en que se articulan las palabras y se combinan y todo lo vinculado con ello. Me gustaría conseguir con Lan Argentina la chance de viajar a otro país para ver como son las diferencias en las lenguas