"Al llegar aquí, hace unos meses, afirmaba estar muerta. Desde que alguien se llevó mi equipaje donde tenía guardado un secreto y un cadáver..."

14 mayo, 2009

Dass wir uns nicht verirren





Escucho Im Abendrot para que no podamos perdernos. Al final todo es igual, es como si la vida quisiera redondearnos y separarnos al mismo tiempo. Lo que realmente da más miedo es saber que debajo de esta tela hay otra tela deshilachada, la tela rasgada que dice No, el vestido transparente que no ve nadie. La caligrafía de aquellos años que quisiera borrar sin querer hacerlo. Eso de vestirme más desnuda, desde dentro y hacia ti. He logrado aprender ciertas cosas; a ponerme los zapatos para andar –no para caminar-, a usar mi nariz para educar mi memoria olfativa, a amar la ópera casi como una perversión, a hacer literatura menuda y algo de alemán, pero no es demasiado porque nunca nos sirvió de nada. Te he acariciado las manos, aunque no por mucho tiempo, y pude comprobar como una Inseguridad se pone en evidencia, con la melancolía de un tacto reprimido, domado. Los dedos más tristes se estaban tocando, desvalidos, como dos pianistas en una noche de fracaso. Humo. Fue hermoso. Lo fue. Aunque tú me advertiste inertes expresiones vocálicas, estuve, siempre estuve, escuché y dije. Quise darte, de verdad que quise. Porque para no perdernos tus palabras siempre fueron escogidas y ya No. Nada nos descubre como el miedo, a ti, a mí, nos destila las horas como la Luz ciega a la noche, nos incorpora en un lugar inesperado de continuos cambios, en un vaivén de ternura y rabia. Sabe disminuirlo todo con su ráfaga de orden, de ponernos aquí y allí, en nuestro sitio. Siempre a deshoras, Interrumpiendo. Hoy ha sido el Miedo. El no verte, el que tus ojos me hayan servido de referencia, cuando el universo es una pequeña pupila que permanece hermética y tímida. Podría decir una inocencia o te echo de menos sin que por una vez hubiera un filtro, qué difícil es todo esto. Qué difícil no saber qué hacer para no perdernos.

9 comentarios:

Carz dijo...

Nada nos protege de la pérdida, ni siquiera el reencuentro. Habrá que vivir sin miedo entre el Miedo, o dar un paso perfumado de caída y saber que entre dos oscuridades, que llamáis nada, habita un accidente.
Qué hermoso.

Un beso.

Anónimo dijo...

Quedo un tanto perpleja ante el tener que pinchar "diagnóstico", lo leo y mi mente se queda en blanco y algo dentro de mí se insquieta. Te leo y vuelvo a leerte y quiero entender y sentir y con frecuencia tus palabras bruscamente me apartan..
Pees un imám, sé que hay mucho que se me escapa, pero más que me atrae.son palabras, escritos, los tuyos, sentidos, vividos,sufridos y sobretodo profundos.
Y siempre el amor, y siempre la búsqueda de la perfección??? del equilibrio, ? de qué??
Un beso

BUENAS NOTICIAS dijo...

De pronto se me ha ocurrido algo, después de leer tu precioso texto (como siempre, me encanta cómo escribes y lo que escribes, paciente). Se me ha ocurrido que lo peor no es el momento en que, finalmente, la pérdida es un hecho, no. Lo peor es ese momento, justo antes, en el que por un instante piensas que, quizás, está en tu mano, que es posible que tú puedas hacer algo para detener ese destino que se acerca tan rápido y que parece inexorable, para conjurarlo y cambiarlo...
Tu última frase, "Qué difícil no saber qué hacer para no perdernos", me puso la carne de gallina. Ahí estoy, eso es justo lo que yo me pregunto. Pero este instante está durando tanto tanto que me fallan las fuerzas... ya sabes...
Un beso enorme, querida paciente!!!

Calle San Juan de Dios Nº8 dijo...

Nunca sabemos en que estamos fallando hasta que todo se va al garete.
Triste, pero es así. Condenados a perdernos los unos a los otros y a tenernos frente a frente aún así.
Aunque dice Drexler que nada se pierde, todo se transforma.
Esperemos que no se transforme ni en odio ni en indiferencia, que la segunda es casi peor que la primera.
Un saludo y sigue luchando.

Walter Portilla dijo...

Cuando existe un sentimiento, no existe el miedo. Perderse no tiene significado, ni siquiera es una palabra posible en el diccionario del deseo.
Hacerse al otro tampoco exige esfuerzos, hay que dejar que las cosas sucedan como deben suceder (aunque duela mucho, es hermoso sentirse preso del más difícil de los deseos, desde allí se escribe lo más bello).
Un beso querida Paciente, siempre inmerso en tus letras.

Anónimo dijo...

GRACIAS.

Tantris.

Felipe dijo...

Aunque paradójico, a veces se pierde a medida que se gana...

Anónimo dijo...

Después de aprender a vivir con las esposas puestas resulta que la libertad nos da miedo, que la libertad es una condena. Queremos llorar, que nos falte el alimento, que nos aparten de nuestros amigos y de nuestras familias: queremos que venga la ley y nos ponga el trasero a buen recaudo, transvaloración de todos los valores porque sin amor todo es nada.

Con tu permiso te cambio el título impronunciable por el de aquella vieja canción de los Platers: Smoke gets in your eyes.

Un saludo algo triste.

Unknown dijo...

todo es igual, todo repetido, ya se vivió, ya lo vivieron, y se volverá a vivir...